Aprender y educar son actividades intrínsecas del ser humano. Siempre, en mayor o menor medida estamos aprendiendo, y desde el momento en que interactuamos con otras personas, estamos enseñando.
En lo personal considero el aprender como una actitud hacia la vida. Todo ser vivo debe aprender a sobrevivir, con mayores o menores dificultades pero debe arreglárselas para salir adelante en un entorno que tiene sus leyes, sus reglas y que no siempre será un entorno amigable. En este sentido, la supervivencia mueve al ser humano de manera natural hacia el aprendizaje, tal como le sucede al recién nacido que instintivamente busca su alimento de la madre y aprende la tarea elemental de succionar.
Ahora bien, yendo más allá del aprendizaje para la supervivencia física, por decirlo así, el ser humano ha sido dotado de capacidades intelectuales que le llevan a interesarse de manera más profunda por los grandes misterios del mundo en que vive así como los de su propia naturaleza. De ahí que el aprendizaje sea una actitud hacia la vida, en el sentido que implica la curiosidad por aprehender la esencia de aquello que nos rodea, conocerlo, incorporarlo a nuestro bagaje. El aprendizaje canaliza la energía vital que le permite al ser humano realizarse como tal y no simplemente pasar por la vida o existir. En el momento que dejamos de aprender dejamos de vivir en el sentido integral de la palabra pues no nos seguimos desarrollando en nuestra esencia.
Pero el aprendizaje deja de serlo también en el momento en que se vuelve un acto egoísta. Si yo he aprendido algo, es porque, de una u otra forma, alguien me ha enseñado algo que ha permitido desarrollar en mi esa capacidad de aprender. Por consiguiente la inclinación hacia el aprendizaje lleva implícita también la inclinación hacia la enseñanza. Es como la metáfora del Mar Muerto, cuyas aguas no desembocan y por lo tanto se estancan y no permiten que la vida florezca en ellas. De igual forma un aprendizaje que no se comparte es un agua estancada que no va a propiciar el desarrollo de la vida tanto la propia como la de la especie. De hecho, en un proceso dialéctico, el enseñar retribuye a quien enseña con un aumento en su conocimiento y en la capacidad de seguir aprendiendo. Si en nuestro mundo, a lo largo de la historia, no hubiese habido maestros dispuestos a transmitir su conocimiento, compartir ideas, normas, habilidades, hoy no tendríamos los niveles de desarrollo en todos los campos, que experimenta la humanidad actualmente y que se remonta a la manipulación de los primeros objetos.
Si bien el aprender y el enseñar encuentran en el aula su espacio tradicionalmente más característico, el verdadero salón de clases es la vida misma, y en este sentido, como docentes estamos llamados a hacer de nuestras experiencias didácticas, espacios de aprendizaje significativo, más cercanos a ese aprender y enseñar para la vida y por la vida.
Estimada Rosa, un gusto saludarla. En esta semana 2, con gusto adjunto algunos puntos, bajo la lupa del pensamiento crítico.
ResponderEliminar1. Al inicio del ensayo coloca una frase que indica “siempre, en mayor o menor medida estamos aprendiendo”, lo cual refleja mucho lo que igualmente señalo en mi ensayo. De hecho, quise darle a mi trabajo el enfoque de perpetuidad, donde esto implica que siempre estamos aprendiendo… todos los días aprendemos! Y generalmente lo que aprendemos lo ponemos en práctica mejorando nuestro trabajo, nuestros estudios, nuestra entrega de docencia entre otros.
2. Su pensamiento sobre el aprendizaje como actitud de vida igual lo comparto. No culpo al sistema conductista de que el estudiante sea conductual, es decir, el sistema tradicional no debe encerrarnos en actuar de manera tradicional. Por ejemplo, soy graduado de un sistema tradicional y ello implica trabajar en una empresa con un horario, una tarea definida y sin aportes adicionales o creatividad. Una persona es responsable de lo que aprende y de lo que hace con lo que aprende, el sistema educativo es el medio por el que aprende y no debe ser la razón del actuar de las personas. Mis abuelos y mis padres estudiaron en un sistema educativo costarricense donde los niños debía saber de carpintería, fontanería, agricultura y literatura; y donde las niñas debían aprender de cocina, tejido, confección de ropa y etiqueta para ser esposas!!!!! O sea!!!! Un sistema tradicional, conductista de primera. Pero, poco a poco muchas mujeres que no se conformaron con lo tradicional entraron en temas masculinos que han dado como resultado cambios importantes, desde mujeres empresarias y cabezas de compañías, hasta mujeres albañiles, arquitectas y otros. Igual, he visto hombres que usaron la creatividad y dejaron lo aprendido de manera estereotipada y se convirtieron en grandes CHEF, diseñadores de ropa, entre otros. Así veo la actitud hacia el aprendizaje… una oportunidad que no da la posibilidad de aprender como el sistema quiere, pero de APLICAR COMO NUESTRA CREATIVIDAD NOS PERMITE.
3. Lo bueno de las aulas como espacio TRADICIONAL DE ENSEÑANZA, es que también han evolucionado. Me refiero a que hoy día y poco a poco estamos migrando a nuevas formas de enseñar; entre ellas la investigación en el campo, la observación fuera del aula, el uso de la tecnología con cursos o actividades virtuales, entre otros. Nos encontramos –creo-, en una de las mejores épocas de transformación del aula como espacio físico donde se imparte lecciones. Pero, el docente es quien debe promover esos cambios y dejar salir del aula a los estudiantes para buscar nuevas formas de enseñar y por consiguiente de aprender.
Saludos, Kattia Chacón
Saludos cordiales. Qué interesante su planteamiento al respecto de esa condición innata del aprendizaje, como si fuera parte de la programación humana que permite enfrentarse a un entorno tan diverso como el que vivimos en la actualidad.
ResponderEliminarMuchos colegas tuyos del ámbito de la psicología estarían regocijados con tan premisa que definitivamente comparto. Veamos un ejemplo que sustenta esta teoría que usted nos plantea: mi sobrina de 6 años es capaz de armar y desarmar un iPad en tres segundos, reconstruirlo 7 veces y dejarlo como de fábrica.
Ella no ha asistido a ninguna capacitación de Apple y dudo mucho que, en caso de existir la reencarnación, Steve Jobs la haya escogido como su nueva forma física. ¡Es casi como un milagro! Su entorno está plagado de tecnología y ella aprendió a sobrevivir con ese factor. La teoría que nos expone en su post es más que cierta.
Sin duda alguna, este hallazgo implica para nosotros, los que aprendimos con otros métodos, a conocer nuevos lenguajes y a dejar de lado ese egoísmo del "yo lo sé todo" -innato también-. La Vida en sus diversos ciclos alimenta nuestro nivel de conocimiento de forma constante y sostenida; siempre hay de quien aprender algo novedoso.
Le agradezco por la gentileza de permitir que la leamos. Saludos.
Estimada Rosa,
ResponderEliminarMe permito a continuación exponer mi punto de vista sobre su escrito.
Encuentro muy valiosa su filosofía sobre el proceso de aprendizaje cuando enfatiza que éste debe considerarse como una actitud hacia la vida, además creo importante que recalque que el ser humano desde sus primeras etapas de vida está en constante aprendizaje, que el mismo deba afrontar etapas como lo son la misma supervivencia, la curiosidad y el autodescubrimiento. Quisiera agregar a lo anterior, que aunado a ese deseo por aprender, el ser humano trae consigo un ideal por la investigación y el auto descubrimiento. Es por ello, que desde esta perspectiva, la necesidad de investigar se ha encontrado muy marcada dentro del ciclo de vida humana y es gracias a esta cualidad, que el ser humano es por naturaleza considerado investigador -desde una óptica muy personal-. Partiendo de tan básica ejemplificación, podríamos considerar entonces que desde la niñez, la necesidad de investigar se construye a partir de simples acciones que le implican al infante descubrir cotidianamente conocimientos nuevos para sí mismo. De manera que, desde una perspectiva elemental, la práctica investigativa y de aprendizaje temprano no podría considerarse algo excepcional o artificioso (Gallardo, 2004), ya que como parte de nuestra naturaleza humana, sentimos la necesidad de producir conocimientos a todo nivel ¿Qué opina al respecto estimada?
Saludos cordiales, Jean Carlo Durán
Referencias:
Gallardo, H. (2004). Elementos de la Investigación académica. Editorial EUNED.
Estimada Rosa: Interesantes reflexiones, de las cuales destaco el hecho de que piensas que el valor del aprendizaje es para compartir y así mejorar la vida de las personas, y por esto veo que estás permeada por una filosofía humanística en el proceso educativo, que trasciende el beneficio personal que implica el aprendizaje. También me parece interesante el hecho de que destacas que el aprendizaje es un proceso que va más allá del aula, y de los procesos sistemáticos y organizados de un sistema educativo, y se da en todos los aspectos y procesos de la vida a través del tiempo y del espacio.
ResponderEliminarSaludos.