Por: Br. Rosa María Mora Zúñiga
Estudiante de Maestría en Currículum y Docencia Universitaria, ULACIT
Nuestras
sociedades contemporáneas están en constante cambio y evolución a niveles
exponenciales. Las necesidades de información y actualización permanente, así
como el manejo de nuevas tecnologías son requerimientos fundamentales en el
profesional del futuro; de un futuro que ya nos ha alcanzado y casi
sobrepasado.
El mismo
avance científico-tecnológico plantea nuevas problemáticas que resolver. Las y
los profesionales de todas las áreas del quehacer humano estamos llamados a dar
solución a esos nuevos retos de una forma innovadora, eficiente y eficaz. Hoy
en día esto no se logra con la acumulación memorística de información, ni con
la ejecución de rutinas en un proceso. Es necesario pensar de manera clara y
concreta soluciones innovadoras para las nuevas problemáticas y retos que se
nos presentan día con día.
El pensamiento crítico
y creativo
Es evidente
que todos pensamos. Pero, ¿de qué modo lo hacemos? ¿Somos conscientes de
nuestro proceso de pensamiento y su calidad? ¿Tenemos claro que de la calidad
de nuestro pensamiento dependerán muchos de los hechos positivos o negativos de
nuestra vida y de la sociedad? Hoy en día se ha desarrollado el concepto de pensamiento
crítico (no es que antes nadie pensara críticamente) y existe acuerdo en la
necesidad promoverlo activamente en los individuos, particularmente del ámbito
académico y profesional Pero ¿a qué nos referimos exactamente con pensamiento
crítico y creativo? Richard Paul y Linda Elder (2002) consideran que el
pensamiento crítico es un pensamiento de calidad. Frente al pensamiento
distorsionado, prejuiciado, parcializado y arbitrario, el pensamiento crítico
es intencional, sistemático, guiado por estándares de calidad, exactitud,
relevancia, amplitud, profundidad, lógica, importancia y justicia. Es un
pensamiento metacognitivo en el sentido de que el acto mismo del pensamiento se
verá conscientemente mejorado pues la persona tendrá claro cómo se ejecuta la
actividad pensante, bajo cuáles estándares y con qué resultados, por lo que el
mismo proceso de pensamiento se verá enriquecido.
Ahora bien
surge la pregunta respecto a ¿cómo lograr el desarrollo del pensamiento
crítico? En este contexto, la educación juega un papel fundamental, ya que es
la institución llamada a contribuir en forma crítica con la formación que los
miembros de la sociedad requerimos para desenvolvernos adecuadamente en los diferentes
contextos del mundo actual. Un enfoque educativo que parece tener puntos de
encuentro con el desarrollo del pensamiento crítico es la Enseñanza para la
Comprensión (Epc).
Enseñanza para la
comprensión
Ya desde la antigüedad
clásica, se consideraba que el objetivo de la educación era enseñar a los
individuos a pensar, y si bien la capacidad de pensar es algo inherente al ser
humano, siempre se ha dado el cuestionamiento en cuanto a la calidad y cualidad
del pensamiento.
La educación
está en constante evolución, en consonancia con el avance social en todos los
campos. Esta disciplina se preocupa por su mejoramiento continuo y el
desarrollo creativo de nuevas metodologías que permitan realizar la labor
docente de manera más efectiva y por ende maximizar el aprendizaje. Un enfoque
pedagógico que busca cumplir este objetivo es la Enseñanza para la Comprensión
(EpC), metodología didáctica desarrollada en la Universidad de Harvard a
finales de los años ochenta (Salgado, 2012). Consiste en una metodología de
enseñanza que promueve la comprensión de los temas a través de la realización práctica
de actividades o desempeños que implican precisamente, la comprensión del tema
para su adecuada ejecución. Podría decirse que es la gestión del proceso
educativo orientado hacia su verificación por el desempeño. Para lograr esto la
metodología se ejecuta en cuatro pasos o momentos: plantear tópicos
generadores, establecer metas de comprensión, diseñar desempeños de comprensión
progresivos y establecer una evaluación diagnóstica permanente. La idea es que
se aborden los grandes temas que se considera deben ser comprendidos por los
estudiantes, definiendo claramente qué se espera que logren y que mediante las
actividades prácticas desarrollen esa comprensión y progresivamente la
demuestren con su desempeño, apoyados por una evaluación constante que será
fuente de retroalimentación para enriquecer el proceso.
En este
sentido, la Epc propone escenarios para el desempeño: a partir de información
significativa para los estudiantes, lograr que aborden un tema para extraer
conocimientos que les permitan resolver problemas de orden práctico en
contextos nuevos y de forma creativa.
La EpC para el
desarrollo del pensamiento crítico
Si
consideramos que la EpC propone el desarrollo de actividades de aprendizaje
intencionales, con una direccionalidad orientada al logro consciente de ciertos
objetivos de aprendizaje previamente establecidos, y que su logro se concretiza
a partir de la ejecución práctica de diversas actividades que implican la resolución
de problemas concretos y significativos de forma novedosa, es posible concluir
que efectivamente la Epc es una metodología conveniente para propiciar el
desarrollo del pensamiento crítico y creativo entre los estudiantes.
El mejor
modo de aprender y comprender un tópico, ya sea teórico o de orden práctico, es
mediante la acción o la ejecución, es decir la puesta en práctica de ese
conocimiento, y eso es precisamente lo que la EpC hace. Parte de las
condiciones que se mencionan en la teoría del pensamiento crítico, consisten en
su verificación a partir de estándares, y al desarrollar objetivos y desempeños
de comprensión observables y medibles, este enfoque educativo permite evaluar
tales desempeños a partir de esos estándares.
Retos para los y las
docentes
Si bien es
cierto, muchas buenas prácticas de la Epc ya han venido implementándose en
diversos ámbitos educativos, este enfoque se caracteriza por su metodología
integradora tanto de tópicos, objetivos, desempeños y evaluación diagnóstica,
por lo que algunos de los retos para su implementación tienen que ver con el
modo de armonizar esta metodología con requerimientos ya establecidos en el
sistema educativo (al menos primaria y secundaria), tales como el cumplimento
de programas sobrecargados, tiempos de cumplimiento, aprendizajes mínimos como
requisitos para otros cursos así como otros objetivos de aprendizaje que forman
parte del proceso educativo. En este sentido como docentes, estaríamos llamados
a ejercer un proceso de revisión permanente de nuestro quehacer, ya que nuestra
actividad docente vendría a ser en sí misma un ejemplo de Enseñanza para la
Comprensión.
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Referencias:
Blythe, T. (1998). La enseñanza para la comprensión: Guía para el
Docente (pp. 27-127). Buenos Aires: Paidós.
Ritchhart, R. y Perkins, D.
(2004) Learning to Think: The Challenges of Teaching Thinking. Disponible
en http://www.ronritchhart.com/Papers_files/Learning%20to%20Think%20CH04.pdf
Salgado, E. (2012). Enseñanza para la comprensión en la educación superior: la experiencia de una universidad costarricense. RIES, 8 (3), 34-50.