miércoles, 5 de agosto de 2015

¿Los estudiantes no quieren aprender o los docentes no sabemos enseñar?

Prof. Rosa María Mora Z.

El tema de la motivación o desmotivación en el aula ha cobrado interés, desde que los enfoques educativos han puesto su énfasis en el alumno. Ha surgido una preocupación por entender cómo aprendemos las personas y qué nos motiva a realizar una tarea, en este caso el aprendizaje.

Hace unos 10 años, cuando inicié mi labor docente, me sorprendía que muchos estudiantes se hacían bromas mutuamente y se felicitaban por sacar las notas más bajas; era casi una competencia por ver a quién le iba más mal. Triste, en verdad. Es común también observar clases en donde hay escasa participación, estudiantes envueltos en otras actividades no relacionadas con el tema, sobre todo hoy en día con las nuevas tecnologías que permiten acceder a cientos de informaciones desde el teléfono celular o la Tablet. Y esto cuando los alumnos permanecen en las aulas, pues desde hace algunos años las cifras de deserción de la educación despertaron alarmas en nuestra sociedad.

La psicología plantea que, por más influyente que una persona sea, no puede controlar el comportamiento de los demás. La realidad es que sólo podemos manejar nuestras propias emociones y conductas. Recordar esto es importante para los docentes pues, si bien es nuestra responsabilidad el diseñar entornos de aprendizaje, presenciales o virtuales, que fomenten el involucramiento de nuestros alumnos, al final la decisión de estar motivados o no para el aprendizaje, será exclusivamente personal. Y esta afirmación se refuerza por el hecho de que las motivaciones de cada estudiante pueden variar enormemente de una persona a otra. Conocer esas motivaciones es una materia prima valiosa para dirigir nuestros esfuerzos por promover la motivación hacia el aprendizaje. Mediante diversas técnicas como preguntas generadoras, formularios de encuesta o discusiones grupales tipo focus group, es posible saber qué quieren aprender nuestros alumnos, por qué quieren hacerlo y qué están dispuestos a hacer para lograrlo.

Elizabeth Barkley, en su libro Student Engagement Techniques, enfatiza que una forma de promover la motivación intrínseca entre los estudiantes, es desarrollando actividades de aprendizaje que incluyan autonomía, competencia y relación. La autonomía tiene que ver con que el estudiante sienta que no se le imponen tareas, sino que él escoge qué hacer y cómo, para ello es conveniente brindar a los alumnos diferentes opciones sobre cómo abordar un mismo tema y que puedan elegir. En lo que respecta al sentido de competencia, es de vital importancia fomentarlo, ya sea con palabras motivadoras que le hagan saber al alumno que creemos en su capacidad; también con herramientas que les ayuden a desarrollar las destrezas y apropiarse de los conocimientos de la disciplina que estudian, tales como ejercicios de práctica, bibliografía actualizada, resolución de problemas e incluso el modelaje mediante el cual el docente puede mostrar una habilidad para que el estudiante aprenda a ejecutarla; y como tercer elemento la retroalimentación efectiva en cuanto a los puntos fuertes, los aspectos por mejorar y sugerencias para hacerlo. La parte de relación tiene que ver con establecer lazos, alianzas o lo que ahora se denomina comunidades de aprendizaje; el ser humano por su naturaleza es un ser relacional que tiene una necesidad innata de pertenencia al grupo. Recuerdo el caso de un estudiante universitario que encontraba su mayor motivación para el estudio en las relaciones que establecía con sus pares, lo cual era un incentivo para ir a clases y cumplir con sus asignaciones académicas. Sin embargo, en una comunidad de aprendizaje, se debe tener presente que el objetivo de aprender es la red que sostiene las relaciones interpersonales que se establecen.

Junto con estos tres elementos, Barkley plantea que el aprendizaje debe ser holístico, ya que como seres humanos no nos fragmentamos a la hora de realizar una actividad; esto implica integrar en nuestros procesos de aprendizaje los ámbitos cognitivo, afectivo y psicomotor, además de que el mismo conocimiento se aprende mejor en su interdisciplinariedad.


Existe gran cantidad de estrategias y técnicas para involucrar a los estudiantes. Cuantas más conozcamos mejor, pero sobre todo si las aplicamos en nuestras clases, contribuiremos a que nuestros estudiantes se motiven para aprender de manera significativa. Pequeños cambios pueden hacer grandes diferencias.

2 comentarios:

  1. Buenas noches Rosa:

    Muy interesante su artículo. Mencionas un elemento muy importantes y es que al final del día nadie puede obligar al alumno a aprender. Los docentes universitarios tienen el reto de motivar a muchos que llegan a las aulas tras años de estar sumidos en una educación primaria y secundaria mecánica, carente de vida, rutinaria. descontextalizada. Este también es un reto para esos grupos de educadores para explotar el interés de esos niños y jóvenes que vienen a las aulas llenos de curiosidad y energía.
    Creo que la competencia es un arma de doble y hay que tener cuidado al utilizarla, ya que también puede generar desmotivación en quines no ganan la competencia. Por otro lado, los ejercicios de colaboración ponen el énfasis en el proceso y en el trabajo en equipo. En dicha sinergia se genera un aprendizaje muy rico y se fortalecen las relaciones sociales dentro del aula.
    Saludos,
    Euro

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  2. Hola Rosa,

    Yo siempre hago un pacto con mis estudiantes el primer día de clase que tiene que ver con el trabajo y la motivación. Todos empeñamos nuestra palabra en ese pacto y dejo muy muy claro y por escrito que me dan derecho a recordar ese pacto o acuerdo en el transcurso del cuatrimestre. Me ha funcionado, no al 100%, pero creo que en parte hay un ego y una palabra que proteger, eso es una forma de motivación entre muchas. Lo que hay que evitar es que la frustración le gane el juego a la motivación, es ahñi donde trato de ser sabio y ofrecer a los estudiantes balance para que no lesionarlos con el filtro afectivo. Ojalá la buena teoría siga ayudándonos a alcanzar a estudiantes que vienen muy mal formados y con serias deficiencias.

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